La Dra. Marina Garone, Consejera de la Escuela de Diseño Gráfico de la Universidad Anáhuac Veracruz, ofreció el pasado 17 de octubre su discurso de ingreso ante el pleno de la Academia Mexicana de la Lengua, como académica numeraria de la corporación. A su lado estuvieron Gonzalo Celorio, Director de la AML; Concepción Company Company, Directora adjunta; Adolfo Castañón, secretario; y Ascención Hernández Triviño, académica de número quien respondió a la emotiva lectura de la investigadora.
Durante este significativo evento se dieron cita un gran número de colegas, amigas y amigos de la fraternidad de las letras y las palabras, los libros y las lenguas, en el auditorio José María Vigil, de la Biblioteca Nacional de México, UNAM, Ciudad de México.
La investigadora del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB) de la UNAM y coordinadora del Seminario Interdisciplinario de Bibliología del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (SIIB) expresó a través de su discurso El estudio de las erratas tipográficas en la edición Novohispana o El pecado original de las imprentas, un recorrido sobre los procesos de edición en México desde el arribo de la imprenta hasta 1821, a partir de una muestra de fes de erratas en libros novohispanos.
Para ello, dio mención a la aparición o creación en la baja Edad Media y gracias al Monje Juan Gales, de un diablo menor en el universo de la oscuridad pero grande para el planeta de escritores: Titivillus, a quien se le asignó la tarea de identificar y llevar al infierno las palabras equivocadas expresadas por los clérigos. De acuerdo con la investigadora, con la llegada de la imprenta, ese maléfico personaje fue llevado al ámbito de los errores de imprenta.
En medio de citas y anécdotas que forman parte de su gran conocimiento por el tema, la Doctora Garone subrayó la importancia de los errores impresos como “ventana inmejorable para observar algunas de las complejas dinámicas de la comunicación, las tensiones entre la producción y la reproducción de lo escrito, y entre la voluntad autoral y el torrente incontrarrestable de voluntades de los numerosos agentes que hacen que los textos lleguen a convertirse en libros“.
La consejera de nuestra Escuela de Diseño Gráfico mencionó que siempre ha creído en las grandes enseñanzas que nos otorgan los errores, pues “se aprende más del fallo que del acierto porque habitualmente el primero nos inquieta y nos motiva a mejorar pero, el segundo, nos anestesia y ensoberbece” y dedica su escrito a alumnos y tutelos con el deseo de que los errores sean una fuente inagotable de aprendizaje.