Corrupción: Una Visión Nueva para Combatirla

Dr. Ruy R. Gabarrón Hernández
Director de la Escuela de Derecho
Miembro de la Comisión de Selección del Sistema Estatal Anticorrupción de Veracruz.

La corrupción es un problema de todos los países, va en contra de lo bueno y la verdad, pero ¿por qué la seguimos practicando? La corrupción es una herramienta de supervivencia que se acentúa más en un entorno adverso, o que se cree adverso. Este breve artículo explora la corrupción como una forma de supervivencia.

No todos los casos obedecen a esta regla, pero muchos sí. La naturaleza humana tiene que ver con su prevalencia. La supervivencia parece estar casi siempre por encima de la moral y la ética. Buscar el poder tiene que ver con lograr las condiciones para que tú y tus descendientes sobrevivan, es natural a la vida. La vida siempre busca sobrevivir. La corrupción -algunas veces- es una forma en la que el ser humano logra ese objetivo. Cuando una sociedad ofrece pocas formas de supervivencia la corrupción es más fuerte (los países más desarrollados tienen poca corrupción a diferencia de los más pobres, países que procuran mejores opciones de supervivencia tienen menos corrupción, países con un elevado estado de bienestar practican mucho menos la corrupción). Cuando un sistema social es demasiado piramidal y la desigualdad es acentuada, la corrupción se ocupa como herramienta para sobrevivir. Lo anterior lo explica, pero no lo justifica (moralmente). Todas las sociedades tienen corrupción en distintos niveles, todos los países han pasado por este problema generalizado, unos lo han superado, otros no. Ronald Inglehart y Christian Welzel sugieren que las personas cambian su forma de pensar en una sociedad de acuerdo a sus condiciones de vida, para algunos países la corrupción es parte de la vida diaria, para otros es reprochable, insoportable, para otros “recomendable”. Aquellas sociedades que practican más la corrupción son las que llamó Max Weber “patrimonialistas” (en contraposición a las sociedades meritocráticas). Sociedades/países que organizan su gobernanza de acuerdo a sus lazos de confianza (familiares y de amistad), las personas se ayudan entre sí de acuerdo a sus lazos de consanguinidad: se confía más en la familia que en terceros, o se confía más en terceros que han hecho algo por ti -altruismo recíproco (un universo muy reducido cuando se vive en sociedades de miles o millones de personas). La otra forma de organización social es la meritocrática: no es necesario contratar a la familia ni a los amigos, puedes confiar en los expertos que no conoces pero que han demostrado ser merecedores de confianza profesional. Hoy día, algunos países disfrazan su organización política como “meritocráticas” pero siguen siendo patrimonialistas (hoy llamadas post-patrimonialistas). Se disfrazan de democracias pero no lo son.

Los países menos desarrollados ofrecen menos oportunidades para sobrevivir. Existe desigualdad económica, política, jurídica y social, que se percibe como un riesgo. En un sistema mundial capitalista-desigual en oportunidades, la desigualdad es económica (la desigualdad es el problema a resolver en el Siglo XXI). La desigualdad económica se transforma en desigualdad política y desigualdad jurídica. Desigualdad de oportunidades para vivir. Cuando una sociedad tiene mejores oportunidades y siente que su supervivencia está asegurada existe menos violencia, menos conflicto social, más confianza interpersonal, mejor impartición de justicia: no tengo que quitar para vivir, puedo dar a otros para que vivan porque yo tengo suficiente (el altruismo muchas veces nace cuando el que da tiene suficiente para vivir). Los periodos de bonanza cambian la escala de valores sociales (la Revolución Industrial lo demuestra), la escasez también. La desigualdad genera, como lo han demostrado Wilkinson y Pickett, problemas sociales como violencia, obesidad, más gente en prisión, menos cuidado por el medio ambiente, embarazos precoces, y más homicidios.

La corrupción es un problema social, económico, político, psicológico y biológico (supervivencia), y como tal debe tratarse. La corrupción será menor en la medida en la que las personas sientan que ya no deben utilizarla para asegurar su bienestar, el imperio de la ley nivela la desigualdad, cuando el respeto a la ley es poco las personas no confían en el sistema de impartición de justicia (no es imparcial, independiente, u objetivo) y recurren a otros medios para hacerse de justicia. Cuando el Gobierno logra satisfacer las necesidades de su población, cuando el imperio de la ley castiga a quien rompe las reglas, cuando los acuerdos legales son respetados y hay certeza, las personas generan confianza y no requieren de la corrupción. No existe país desarrollado que tenga índices altos de corrupción, hay una relación: desarrollo significa supervivencia personal, bienestar social, cambio de pensamiento en una sociedad. Un país en guerra o víctima de una catástrofe natural utiliza la corrupción, un país con violencia generalizada, o un país pobre, también.

Lo anterior se relaciona con otros aspectos. Todo problema social es complejo, soluciones monocausales no sirven. Combatir la corrupción no depende únicamente de las leyes, de la economía, o de la psicología, y menos depende de un líder carismático: depende de aspectos diversos en conjunto. Depende de la rigurosidad del sistema de impartición de justicia encaminado al desarrollo, de la voluntad política, del combate a la desigualdad, de la pobreza, de las leyes expedidas por un congreso, de los jueces que las aplican, del ejecutivo que las ejecuta, de la educación (cultura de la legalidad), de la economía equitativa, el desarrollo económico y social, de la forma en que piensan las personas.

Aceptar el problema es un paso, ponerse de acuerdo en cuál es la forma de combatirlo, otro, y destinar los recursos para cambiar las cosas, otro. Aun así, el éxito no está asegurado, pero es un avance. Es parte de un proceso. De acuerdo a los expertos en conflictos sociales, la mejor respuesta debe venir desde la sociedad que sufre el problema, no puede haber “respuestas” impuestas desde fuera. El proceso para combatir nuestro problema podría ser: 1. Aceptar el problema públicamente (ya está sucediendo), 2. Crear una consulta seria para saber cómo y qué espera la gente para resolverlo, 3. Diseñar un método medible, transexenal, respetuoso de derechos humanos, 4. Involucrar a las personas y a los expertos en el proceso de forma democrática, 5. Invertir recursos (¡muchos!), 6. Monitorear resultados de forma longitudinal (cada año y para siempre), 6. Hacer públicos los resultados hasta el momento (generar desarrollo, reducir la desigualdad, aumentar la educación, y fortalecer el imperio de la ley), 7. Rediseñar el método de acuerdo a los resultados, 8. Repetir lo anterior (el combate a la corrupción es permanente). No hay fórmulas mágicas y no hay atajos, tampoco deben existir los intereses políticos, partidistas, o económicos. El mejor político construye puentes entre el poder y las personas para encontrar soluciones a los problemas comunes (¡lo cual además da votos!) y nos beneficia a todos.

La corrupción no está en el ADN de las personas, lo que sí está en nuestra biología es la supervivencia. La corrupción no está incrustada en la cultura latina, está en nuestros valores sociales (que pueden cambiar), la corrupción aún se percibe como un problema, no siempre fue así (los valores cambian). Actualmente sabemos que es algo malo, reprochable, sabemos que no deberíamos practicarla, pero aún no sabemos cómo evitarla, no lo sabemos porque nuestras condiciones de vida aún son adversas. El ser humano tiene mucho tiempo siendo pobre, teniendo apenas lo necesario para sobrevivir, eso ha cambiado lentamente desde el Renacimiento (Siglo XVI y XVI), la Ilustración (Siglo XVIII y XIX) y -principalmente- la Revolución Industrial a finales del Siglo XVIII. Los avances en la industria, la medicina, y en el entendimiento del ser humano (y hasta la guerra, que incentiva el sentimiento de supervivencia), han ayudado a que tengamos mejores condiciones de vida en general. Por eso, Hans Roslin, Steven Pinker e Ian Morris, aseguran que el mundo cada vez es menos violento y que el mundo es mejor ahora que antes. Barak Obama preguntaba: ¿cuál sería el mejor momento para nacer en este mundo sin importar tu género, tus condiciones sociales, o tu color de piel? ¡Hoy! Conforme la raza humana ha logrado hacerse de recursos para sobrevivir también ha logrado vivir en paz en comparación a otras épocas.

Esta es una visión que explica a la corrupción desde la percepción de la supervivencia de las personas. El sentido de supervivencia varía, para algunos, los más necesitados, significa tener qué comer, vestir, y donde dormir, es lo más importante. Para otros su estilo de vida es parte de su supervivencia: tener auto, casa, viajes, joyas u otros lujos. En ambas circunstancias, las personas lucharán por tener lo que creen que necesitan para vivir. Así, una persona que no obtiene certeza -a mediano o largo plazo- de que su trabajo y esfuerzo le brindará lo que necesita -es más probable que- recurra a la corrupción, al amiguismo, al compadrazgo, al patrimonialismo weberiano. Cuando el sistema económico, político, y jurídico, no te da la certeza de obtener lo que necesitas para sobrevivir o para mantener el estilo de vida que deseas, se recurre a la corrupción con mayor facilidad.

Hay otro aspecto que se relaciona con la supervivencia y la corrupción, es el poder. El uso de la corrupción como herramientas para sobrevivir o mantener el estilo de vida -económicamente hablando- no es todo, también las personas ocupan la corrupción para tener poder. Una parte del poder tiene que ver con sobrevivir, pero otra obedece al aspecto psicológico de una persona que sufre de hibris (desmesura -en nuestro contexto- en el uso del poder para beneficio propio). Incluso, a veces se dice que “es mejor tener poder que tener dinero”. Pero casi siempre van de la mano. Algunos autores dirán que tener dinero es solo para alcanzar el poder. El dinero o el poder son imparciales, pero no el ser humano. Ocupamos ambas cosas de acuerdo a nuestros valores: ocupo el poder para someter a otras personas o lo ocupo para ayudarlas, ahí la diferencia entre un líder humanista y un dictador. Algunos autores sugieren que hay una diferencia entre nacionalista y patriota, el primero se sirve de la gente para sus propios propósitos, el segundo sirve al pueblo.

La corrupción obedece a la supervivencia. Cuando las condiciones sociales, económicas y políticas no permiten condiciones de igualdad, la corrupción se vuelve una herramienta para “salir adelante”. Es un problema complejo dependiente de un proceso social longevo pero evitable en la medida en que podamos entenderlo, estudiarlo, y ponernos a de acuerdo para combatirlo. El combate a la corrupción depende del desarrollo, pero también del respeto a la ley (que avanzan de la mano), de la cultura de legalidad, de los derechos humanos, de la voluntad política, pero todo ello cambia cuando las personas tienen más herramientas de supervivencia; el Estado procura esto porque recibe recursos de la ciudadanía para ello, las personas educan en familia para el mismo fin. Cuando decimos que el problema de la corrupción es de todos, es cierto, ¡es de todos!, vivir en sociedad conlleva responsabilidades sociales.