Actualmente, nos enfrentamos ante la mayor crisis sanitaria de nuestra época. El COVID-19 ha infectado a más de un millón de personas en todo el mundo. La cifra de decesos en todo el mundo supera los 52,000 y la de los recuperados, los 207,000. En México, hace algunos días fue declarada emergencia sanitaria, lo cual implica la suspensión de todas las actividades no esenciales hasta el 30 de abril. El aislamiento voluntario de la población y la toma de medidas para contener los contagios han causado grandes impactos en la vida y la economía de las familias, no sólo en nuestro país, sino en el mundo entero.
Si bien, el COVID-19 (SARS-CoV-2) es una enfermedad causada por una mutación del coronavirus, cuyos primeros casos fueron detectados en Wuhan, China, es necesario librarnos de prejuicios hacia la población asiática y sus descendientes.
Muchos medios de comunicación e inclusive autoridades se han referido a la enfermedad con nombres que hacen referencias geográficas, que generalmente se refieren a su aparición en China. Si bien, los primeros casos fueron detectados en dicho país, aún no hay evidencia científica que demuestre que la mutación del coronavirus haya sucedido en Wuhan, ni mucho menos que los comportamientos de la población hayan tenido repercusiones en la aparición del COVID-19.
Es necesario referirnos a la enfermedad por su nombre: COVID-19. La Organización Mundial de la Salud en 2015 enfatizó que “los nombres de enfermedades realmente importan a las personas directamente afectadas […] ciertos nombres de enfermedades provocan una reacción violenta contra miembros de comunidades religiosas o étnicas particulares […] esto puede tener graves consecuencias para la vida de las personas y sus medios de subsistencia”.
El racismo y la xenofobia causado al margen de la pandemia de COVID-19, han provocado que personas percibidas como chinas, de ascendencia china o de origen asiático hayan sido objeto de ataques racistas y xenófobos relacionados con el virus. Estos ataques han abarcado desde insultos de odio, negación de servicios e inclusive actos brutales de violencia.
Desde la Escuela de Derecho de la Universidad Anáhuac Xalapa, te invitamos a reflexionar acerca de la información que compartes en tus canales de comunicación, la cual no debe instigar al odio o discriminación hacia las personas extranjeras, en especial hacia las personas originarias del sureste asiático. En esta crisis que atraviesa el mundo, debemos estar más unidos que nunca y comprender que nuestro bienestar es interdependiente.
Con información de la Organización Mundial de la Salud y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas.