El Rosario no solo es pasar cuentas. No, porque cada cuenta es un eslabón para comprender la grandeza de la Madre del Redentor. Y son los misterios del rosario los que envuelven todo el conocimiento de la vida de María junto con su Hijo Divino. Pues desde la Anunciación, hasta El Niño perdido y hallado en el templo, que son los misterios Gozosos, pasando por los Luminosos, los Dolorosos o los Gloriosos, todos ellos nos narran la extraordinaria existencia de María y su Hijo. Ella es el único ser humano que ha ascendido a los Cielos sin dejar rastro sobre la Tierra. Así lo afirma el Papa Francisco, quien enfatizó sobre el dogma de la Asunción de la Virgen María al Cielo en cuerpo y alma, y nos invitó a celebrar el mes de nuestra Santa Madre rezando el rosario durante todo el mes de octubre.
El dogma se hizo una doctrina oficial católica por Pío XII, que escribió en 1950: “Nos pronunciamos, declaramos y definimos como dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, después de cumplir el curso de su terrenal vida, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial“.
Así como el Papa Francisco pidió a María que interceda por los oprimidos, así nosotros humildemente en comunidad nos arrodillamos junto a él todos los días del mes mariano y ante nuestra bendita Madre rezamos el rosario rogándole que proteja a sus hijos, pidiendo especialmente por nuestra universidad, implorándole que con su manto sagrado nos cobije de las asechanzas del mal.