El Papa Pío XI fundó la fiesta de Cristo Rey el 11 de diciembre de 1925. Con este acontecimiento el pueblo mexicano reconocemos a Cristo Rey como nuestro Santo Padre de la Iglesia Católica. ¡Y qué gran coincidencia!, pues el 12 de diciembre también es fiesta nacional, ya que la Madre de este Rey es conmemorada en el Tepeyac. Pio XI nos recordó que Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en verdad Él es el Rey de los judíos: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí” (Jn 18, 36). Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey del Reino de Dios, de la verdad y de la justicia. «Cristo posee soberanía sobre todas las criaturas, no arrancada por fuerza ni quitada a nadie, sino en virtud de su misma esencia y naturaleza», el papa Benedicto XVI redundó, como hizo su predecesor Juan Pablo II, que el reinado de Cristo no se basa en el poder humano sino por el amor y el servicio a los otros. Asimismo, el Papa Francisco dijo de Cristo Rey: “Su realeza es paradójica: su trono es la cruz; su corona es de espinas; no tiene cetro, pero le ponen una caña en la mano; no viste suntuosamente, pero es privado de la túnica; no tiene anillos deslumbrantes en los dedos, sino sus manos están traspasadas por los clavos; no posee un tesoro, pero es vendido por treinta monedas”.
En la actualidad con la celebración de Cristo Rey, se concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatológico, pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. En México, el 11 de diciembre de 1944 se colocó la primera piedra en lo más alto del cerro del Cubilete, en Silao Guanajuato, para la construcción de un recinto en su honor, que hoy, convertido en santuario recibe a miles de peregrinos, que año con año llegan a adorar al “Cristo de montaña”.
La Universidad Anáhuac Xalapa es la casa del gran Maestro de los maestros y alumnos que conformamos esta comunidad, donde Cristo Rey sigue siendo homenajeado, y es la penúltima Hora Santa del Reto el marco para rendirnos ante su magnificencia. VIVA CRISTO REY.